Una picada intermitente
hacia el brillo de sus ojos.
Un fondo que nunca llega
en un túnel infinito.
Recorriendo la soledad
con sabor a nostalgia,
a alegría de desbordes
y a soles satisfechos.
Una luz tenue
casi apagada.
Una voz se acerca
y le habla a su mirada perdida;
“aunque sea, quiero que me quieras”
le dice.
Y es que el amor
suele abastecerse
con muy poco.
1 comentario:
El amor se alimenta de migas insignificantes, que una vez fermenta crece hasta dimensiones grandes, altas y tridimensuales.
Un abraciño.
Rosa María
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