jueves, 2 de septiembre de 2010

Esperanzas

Una picada intermitente
hacia el brillo de sus ojos.
Un fondo que nunca llega
en un túnel infinito.

Recorriendo la soledad
con sabor a nostalgia,
a alegría de desbordes
y a soles satisfechos.

Una luz tenue
casi apagada.

Una voz se acerca
y le habla a su mirada perdida;
“aunque sea, quiero que me quieras”
le dice.

Y es que el amor
suele abastecerse
con muy poco.

1 comentario:

Rosa María dijo...

El amor se alimenta de migas insignificantes, que una vez fermenta crece hasta dimensiones grandes, altas y tridimensuales.
Un abraciño.
Rosa María