viernes, 6 de marzo de 2009

...

Un hastío incensato
invade mi ser.
Una tranquilidad
abatidora y perversa.
Ni exaltada
ni agoviada.
No hay alegria,
tampoco tristeza.
Aletargada,

asfixiada.
Una neblina,
una especie de manto
cubriendo mi mente
negando la creación.
Tapados los capilares
que irrigan mi corazón
dejandolo insensible.
Llena de algo
y vacia de todo.
Esperando,
quien sabe que,
y de donde.
Como una hoja de otoño,

ya muerta,
que se deja llevar
por un arroyo, pequeño,
que nació
de una lluvia intensa
y que ha de morir
apenas el sol brille
y evapore su ser,
su esencia.

No hay comentarios: