jueves, 20 de marzo de 2014

Aires de princeso

Y ahora el sapo abre grande su boca y suelta verdades envueltas en insectos, no huele bien, huele a podrido. Revuelve escombros, cenizas y basura de debajo de la alfombra. Es un sapo habilidoso a la hora de camuflarse, un camuflaje que hasta a él lo confunde.

Hay sapos que se creen príncipes porque alguna vez besaron a una princesa…

1 comentario:

alito dijo...

muy bueno, me dejo pensando