La colilla apagada del cigarrillo descansa en el cenicero. El sonido de los grillos que entra por la ventana recuerda que aún es verano. La luz parpadeante del televisor en la penumbra de la casa deja ver el vuelo de algunos insectos. Hay cierto calor en el aire, pero el ventilador de techo es suficiente para aplacarlo.
En el suelo yacen desparramados todo tipo de envoltorios vacíos, papeles de golosinas, latas de gaseosas, paquetes de cigarrillos, cajas de fósforos, etc. Pero lo más llamativo de todo son unos pequeños animalitos que saltan alrededor del desorden buscando quizá algo para alimentarse.
Buscan desesperadamente. Es de imaginarse al ver tal insistencia que hace días o tal vez semanas que no comen.
Uno de ellos, de un blanco espumoso, se acercó con su hocico rosado moviéndolo de arriba abajo y de un lado a otro al sillón. Desde este ángulo puede verse algo que cuelga del apoya brazos, algo que parece ser un dedo, aunque demasiado ancho y oscuro como para serlo. Parece no tener muy buen olor al primer contacto con su nariz, pero el hambre es implacable y el animalito con sus afilados dientes comienza a roer lo que se convierte en el bocado ansiado también para los demás. Pronto saltan y se trepan hambrientos al sillón abriéndose paso entre las moscas que antes que ellos y que los gusanos descubrieron el delicioso banquete.
Ahora solo queda un esqueleto pelado que años mas tarde será encontrado por los forenses.
2 comentarios:
wow que imagen macabra! me gusta como escribis.
Me parece estupendo. Se respira ese humor que conlleva a la reflexión. Me gusta todo tu blog. Gracias por pasar por el mío.
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