Como si fuera el mejor de los amantes,
me es imposible dejarla.
La acaricio, me refriego contra ella,
cual gato con su dueño.
Y encuentro ideal su temperatura
y su textura.
Me resisto a separarme de ella,
porque estimo casi un crimen
el tener que hacerlo.
Pero como en todos los crímenes
existe un verdugo.
Y este verdugo que no se cansa
de llamar insistentemente,
termina por lograr su cometido.
Y con todo el sufrimiento del alma
se produce cual parto doloroso,
el corte, la ruptura,
pero con la esperanza de que
a la noche, nuevamente,
nos enredemos en nuestro delirio de sueños.
Y es que encuentro inevitable, a las 7:00 AM
enamorarme de mi almohada.
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