Un soufflé de inconveniencias se reduce en la
cocina, picando las cebollas aparece inmortal el recuerdo, más que nada por el
llanto que provoca la apatía, esa que va y viene y que a veces amarra con
fuerzas en la orilla más oscura de la mente.
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Encandilante la hoja en blanco y
en blando resalta sus pupilas impávidas ante tanta ausencia. Sacrificios
mundanos para seguir viviendo, después de todo la vida pasa y los dolores
quedan, en ese rito que los débiles sueñan y los fuertes creen vivir.
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